Ubicada entre viñedos ondulantes y el brillante mar Mediterráneo, Manilva ofrece una combinación perfecta de encanto andaluz tradicional y vida costera relajada. A solo un corto trayecto de Marbella y Gibraltar, este tranquilo pueblo te invita a relajarte, explorar playas bañadas por el sol, disfrutar de la gastronomía local y experimentar el auténtico ritmo del sur de España.
Ya sea que busques una escapada romántica, unas vacaciones en familia o una estancia prolongada bajo el sol, Manilva es un destino que se siente como en casa desde el momento en que llegas.
Sal y descubre un mundo de belleza natural y experiencias auténticas esperando ser exploradas.
Arenas doradas y aguas cristalinas
A solo unos pasos de tu puerta, descubre algunas de las playas más hermosas del Mediterráneo. Desde calas apartadas perfectas para la contemplación tranquila hasta extensiones vibrantes de arena con clubes de playa y deportes acuáticos, cada día ofrece una nueva aventura costera.
Senderos, pinos y vistas panorámicas
Escapa a paisajes montañosos donde antiguos senderos serpentean entre bosques de pinos y ofrecen impresionantes vistas panorámicas de la costa. Desde paseos suaves hasta rutas desafiantes, descubre la belleza salvaje que se encuentra más allá de la orilla.
Mariscos frescos y ritmos junto al mar
Vive el verdadero espíritu de la vida costera mediterránea en chiringuitos tradicionales y modernos clubes de playa. Saborea mariscos frescos con los pies en la arena, disfruta de cócteles al atardecer y baila bajo las estrellas al ritmo de las olas.
Las raíces de Manilva se remontan a la antigüedad, con hallazgos arqueológicos que apuntan a asentamientos romanos que prosperaron a lo largo de su soleada costa. De hecho, aún puedes visitar los restos de los baños romanos en el cercano sitio de Baños de la Hedionda, famosos por sus aguas sulfurosas curativas que, según la leyenda, utilizó Julio César. A lo largo de los siglos, este enclave estratégico ha visto pasar a fenicios, moros y conquistadores españoles, todos dejando su huella en la tierra.
El pueblo tal como lo conocemos hoy comenzó a tomar forma en el siglo XVI, cuando los lugareños establecieron una aldea agrícola y pesquera cerca del mar. Con sus casas encaladas, calles empedradas y vistas impresionantes al Mediterráneo, el casco antiguo de Manilva conserva gran parte de su carácter original. Iglesias históricas, torres de vigilancia y construcciones de piedra cuentan historias de resiliencia, tradición y fortaleza.
Este rico patrimonio cultural no solo se conserva en monumentos, sino que está vivo en las fiestas, la gastronomía y el espíritu comunitario de Manilva. Los visitantes son bienvenidos a experimentar celebraciones ancestrales como la vendimia, donde las calles se llenan de música, bailes y vino local. Esta mezcla única de historia profunda y hospitalidad sincera es lo que da a Manilva su atractivo atemporal.